UNIVERSAL OK, MAGIC KO, HOLLYWOOD OK


Después de dos años de planificación y de llegar a pensar que nunca lo haría, finalmente conseguí tachar  Orlando de mi lista de “cosas  pendientes antes de morir”. Un viaje para el que muchos ahorran durante mucho tiempo y del que, desde luego, no se arrepentirán. Dependiendo de a dónde elijan ir, claro.


Comenzaré primero por el análisis del Parque Universal Studios. No criticaré cómo estaba este hace unos veinticinco años porque esa cifra es mayor que mi propia edad, pero a pesar de ello sí que tengo fuentes que me pueden confirmar que el parque no ha cambiado absolutamente nada. Desde luego hay que esforzarse para aburrirse en él,  pero lo cierto es que este área temática no tiene nada que sitios muy cercanos a nosotros como es el Parque Warner de Madrid no nos pueda ofrecer también por menos desplazamiento y desde luego, menos dinero.

Su ambientación y referencias a famosas películas lo hacen un lugar interesante que sin embargo se queda pobre para la cantidad de jugo que se le podría sacar. Los efectos especiales, las atracciones y lo bien cuidado que está el parque son desde luego cuestiones que se deben mencionar, pero no es eso lo que hace que Universal valga el riñón que vale, porque su verdadero “salvavidas”  no es otra que el área temática de Harry Potter.

Temo que mi punto de vista no sea del todo objetivo teniendo en cuenta que soy fan incondicional de esta saga, por lo que me voy a intentar poner en la piel de alguien al que no le guste tanto como a mí para valorarlo. No sé si será lo realista o bien ambientado que está,  pero  me parece casi imposible no salir encantado una vez que lo ves.

Detalles cuidados a la perfección, zonas con las que te encuentras por primera vez en persona después de haberlas imaginado tantas veces, la maravillosa réplica de la estación de King´s Cross, poder comer en el Caldero Chorreante, subirte al Expreso de Hogwarts como si fueras un alumno más de la Escuela de Magia y Hechicería, tomar una buena cervecita de mantequilla en Hogsmeade o ver el impresionante castillo delante de tus ojos hacen justicia a toda la magia de la que J.K Rowling nos ha estado informando durante años. Sólo puedo darle las gracias a esta escritora por haber hecho posible la creación de esta parte del parque, aunque no sólo tengo un mensaje para ella, sino también para los organizadores, o encargados de Universal: Por favor, dénle una vuelta a lo de los desorbitantes precios de las varitas, túnicas, bufandas o chucherías y no se aprovechen de los visitantes que están dispuestos a comprar cualquier cosa.

Tengo la impresión de que Harry Potter va a acabar comiéndose a lo que hoy conocemos como Universal, junto con otras áreas como Springfield, que aunque es entrañable, sin duda tiene muchísimo más para dar de lo que le están dejando. Eso sí, tomar una cerveza en el Bar de Moe o una hamburguesa en el Krusty Burger, no tiene desperdicio.

Otro punto a resaltar, son las atracciones. Me impresiona y maravilla hasta qué punto ha avanzado la tecnología y cómo esta es capaz de introducirte tanto en una historia, pero la verdad es que también echo un poco en falta las atracciones clásicas, sin tanto simulador. A pesar de ello, he de decir que las que hay, están de 10.

El otro Parque que también quiero valorar es el Islands of Adventure, que forma parte de lo que es Universal. De nuevo, buenas atracciones, gran ambientación y existencia de zonas míticas como Parque Jurásico y de (realmente necesarias) atracciones de agua. Aún así, sigo manteniendo la opinión de que Warner o Portaventura no se quedan atrás con respecto a él.

Por tanto, aunque Harry Potter suponga claramente un factor decisivo en la valoración de este parque, he de decir que Universal no me ha defraudado y que sin duda merece la pena visitarlo, por lo que aprueba con nota a pesar de sus fallitos.

Me encantaría poder decir lo mismo del Disney Magic Kingdom. Es una pena que un lugar tan maravilloso pueda llegar a convertirse en una cazuela  de la que te apetezca salir pitando, a pesar de que fui al parque tres semanas después del Huracán Irma. Lo siento, pero la catástrofe no justifica el absolutamente nulo control de gente dentro del parque. Ya puede haber un millón de personas, que las entradas se van a seguir vendiendo como churros, a ellos sólo les interesa eso: vender. Y no, señores, no todo es el dinero. Con Disney no se juega, ni con las familias, ni con la ilusión…

Los precios del parque son abusivos. Las colas, interminables….hay que hacer de 45 a 60 minutos de cola para hacerse una foto con Mickey Mouse. Algunas atracciones se paran de repente sin ninguna explicación, otras están cerradas. Las largas esperas se hacen a pleno sol y  muchos de los trabajadores de las atracciones son tan desagradables que parece que les paguen por romper ese punto de fantasía  que llevamos todos los visitantes al parque. Sin embargo, la Magia de Disney tiene siempre trucos en la manga que te hacen olvidar este descontrol (como el Castillo de Cenicienta, el de Bestia, la música o sus simpáticos personajes) De no haber sido por ellos, me hubiera marchado de allí totalmente decepcionada..

Y esa es otra cuestión, ¿Dónde quedó el ir tranquilamente paseando por el parque, encontrarte a uno de tus personajes favoritos y hacerte una foto con él?  De nuevo colas, colas y más colas, ¿no teníamos bastante ya con esperar para las atracciones? Que sepáis que no os perdonaré jamás que no me dejarais hacerme una foto con Peter Pan. Dicho queda.

Los que creáis que el Disney Magic de Orlando es mucho mejor que DisneyLand París, disculpadme pero tengo que deciros que NO. En ningún momento tuve la sensación de que el parque americano fuera mayor que el europeo, y excepto por el área de La Bella y La Bestia y la atracción de La Sirenita, este primero no tiene NADA que presumir frente al francés, que contraataca con el Laberinto de Alicia (para mí, necesario) o la atracción de Blancanieves y Pinocho. Eso sí, ninguno de los dos se libra de no tener absolutamente nada de clásicos como El Rey León, Mulán   o Hércules.

En definitiva, si lo que queréis es ir a Disney, por favor, por vuestro bolsillo y vuestra salud, escoged el de París. Más cerca, más barato y más cuidadoso a la hora de conservar la magia.

Por último, la crítica a Disney Hollywood Studios, para nada tan desastroso como el anterior, pero sufriendo la dura competencia del parque parisino. Ganan puntos con los musicales de Frozen, La Bella y La Bestia y La Sirenita, pero carece de la mítica atracción de Buscando a Nemo y del área de Toy Story (aunque parece ser que los americanos se están poniendo las pilas y construirán uno muy pronto).

En definitiva, creo que no merece la pena gastarse tanto dinero en estos dos parques. He tenido la suerte de poder haber ido tanto a DisneyLand como a DisneyWorld, y no hay punto de comparación. Volveré a la casa del famoso ratón, pero tengo claro que no cruzaré el charco para ello.

A pesar de todo esto, entiendo que haya algunos que prefieran ver esto con sus propios ojos y aunque le meta caña, he de decir que disfruté como una enana en DisneyWorld, pero simplemente por el hecho de que soy una niña que no va a crecer nunca y para mí siempre será especial a pesar de que el dinero se lo esté cargando.

En conclusión, aunque el viaje es muy apaetecible,  recordad que no todo vale, que por mucho que queramos una bufanda de Hogwarts o un peluche de Dumbo, a veces la sensatez tiene que estar por encima de la locura  y el fanatismo. A lo mejor si todo el mundo se niega a pagar cincuenta dólares por una varita o doce por una rana de chocolate, se verán obligados a bajar los precios

Estoy segura de que, con sólo pensar un poquito más en el bienestar de los visitantes y no sólo en los beneficios del parque, se podría recuperar ese punto mágico que le están arrebatando injustamente.


Mika Mellark


 

Mar Barbero

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Titulada Superior en Danza Clásica y Danza Española por el Real Conservatorio, lleva más de 30 años en el mundo de la Comunicación.

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