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Black Mirror


Feliz comienzo de semana readers. Aunque el título del post de hoy lo parezca, esto no es una opinión sobre la famosa serie de Netflix. Por desgracia, hoy voy a hablar de algo que ha superado cualquier historia ficticia que podamos imaginar.


Todos, o casi todos, conocemos la trama de Black Mirror, una serie que refleja cómo la tecnología afecta a la vida de las personas y a su comportamiento. Disfrutamos viéndola,
porque total, no es real, ¿verdad? He aquí la respuesta: Sí, señores. Es cada vez más real y es ciertamente preocupante. Vamos a admitirlo: la mayoría de nosotros estamos pendientes constantemente de las redes sociales, de las opiniones de los demás, del número de followers, de los likes, de la repercusión que podemos tener si decimos una cosa u otra. En definitiva, estamos totalmente absortos en el mundo virtual. Quería decirlo porque también me parece un tema sobre el que deberíamos reflexionar, pero no es eso lo que quería comentar hoy, así que voy a ir al grano.

Todos los que viváis en  España seguro que habéis oído hablar del caso de Julen, el niño de dos años que cayó a un pozo y el cual estuvo varios días hasta que unos mineros consiguieron rescatarle, desgraciadamente, sin vida. Pues bien, aparte del hecho de que un pobre crío que es prácticamente un bebé haya caído a un pozo de no se cuantísimos metros de profundidad ya llena a cualquiera de angustia, lo que ha ocurrido detrás de esto a mí me ha producido una tremenda tristeza y, por qué no decirlo, muchísimo asco.

Entrevistas y grabaciones a la familia destrozada, programas enteros dedicados a su caso por puro morbo, vídeos EN DIRECTO del rescate… ¿De verdad es necesario? Sé perfectamente que el trabajo de los medios de comunicación es transmitir información, y hay muchas cosas que se deben mostrar… Pero, ¿hace falta enfocar un primer plano del padre del niño en un momento tan duro? A mí como espectadora desde luego, me sobra, no me agrada ver a una persona en ese estado. Y lo que me asusta más no es que los medios realicen este tipo de actos, sino que haya personas que disfruten viéndolo. Pero, ¿en qué nos estamos convirtiendo? ¿Dónde ha quedado la empatía, la HUMANIDAD? Yo últimamente no la veo por ninguna parte.

La tajada que han sacado los medios con el caso de este niño no es lo único repugnante que quiero denunciar. También me parece lamentable la serie “La Jauría” inspirada en la
historia de la chica violada por “La Manada”. Por favor, repito, ¿es necesario? ¿No podéis dejar a esa pobre niña en paz y que olvide el infierno que ha tenido que pasar? Aprovechar
el sufrimiento y el dolor ajeno para conseguir unos billetes se nos está yendo de las manos. ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Que alguien se suicide y la gente en vez de echar una mano se
ponga a grabarlo? Ah, no, perdón, que eso ya ha ocurrido. ¿Pensabais que eso solo se veía en las series o en las películas, verdad? Pues no. Black Mirror será “ficticio”, pero muchísimo más real de lo que imaginamos, y es todo por nuestra culpa. Por nuestras ansias de likes, de llamar la atención, por apoyar a los medios a que sigan cometiendo actos repulsivos, como utilizar el dolor ajeno por dinero, consumiendo lo que nos venden. Piensa que hoy estás viendo en las noticias a un hombre llorar por perder a un hijo, pero tal vez el día de mañana el que está a través de esa pantalla eres tú. Y que, detrás de ella, habrá un montón de personas que, como tú una vez hiciste, se estarán lucrando con tu sufrimiento. El poder del dinero debe terminar en cuanto aparece una vida. O al menos, esa debería ser la teoría.

La práctica al parecer cuesta demasiado esfuerzo como para molestarse en intentarlo. Y así nos va.


Mika Mellark.


 

Mar Barbero

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Titulada Superior en Danza Clásica y Danza Española por el Real Conservatorio, lleva más de 30 años en el mundo de la Comunicación.

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