¡SOBREVIVIR A LA BODA!


Las bodas son una celebración, de eso no cabe duda. Se trata de un acontecimiento muy especial en el que dos personas que se quieren se juran lealtad y amor eterno para siempre. Hasta aquí todo genial…


Ahora, mi duda es, si esto es  motivo de alegría ( la mayoría de la gente diría que sí) por qué cuando le preguntas a los novios, la cosa cambia…. y mucho.

Todo es maravilloso al principio: ¡Ay, qué guay, nos vamos a casar, vamos a contárselo a todo el mundo, qué emoción, que contentos se van a poner!

Pobres ingenuos… una vez  pasado este momento tan dulce, llega la parte más difícil: organizar la boda. Que si este color no me favorece, que si dietas para poder entrar en el vestido, que si a quién invitamos, que si de día o de noche….. La cosa se complica aún más cuando empezamos a descubrir los precios desorbitados de todo lo que rodea a una boda y que, si fuera para celebrar un cumpleaños o una fiesta familiar, costarían la mitad. Y si hablamos de la vestimenta…madre mía, si es que por lo que nos cuesta un buen traje nos pagamos un viaje a Nueva York! Desde luego, qué cara sale la belleza…

Luego viene el tema de los invitados. Es maravilloso cuando todas las personas que te aprecian te acompañan en uno de los momentos más importantes de tu vida. Pero, ¿y los que te importan un comino? Que si compromisos con amigos de Mamá, de Papá, de la suegra… amigos con los que no me hablo desde hace cinco años pero que me invitaron a su boda hace siete… Al final, ciento y la madre para que encima, a muchos, les suponga un marrón tener que comprarte un regalo.

Además, ¿ es necesario recordar lo difícil que es  encontrar un buen restaurante donde preparen un menú que incluya variantes para veganos, musulmanes, judíos, celíacos o caprichosos que en lugar de carne quieren pescado o viceversa?

Tampoco es “moco de pavo” el proceso de encontrar un buen cura (en caso de casarse por la Iglesia), que no te haga la ceremonia insoportable o un Alcalde o Concejal (si la boda es civil) que no te largue un «speech» que aburra a los invitados…

Y cuando por fín  consigues organizarlo todo, siempre hay alguien que te dice  «Pues, el sitio no nos gusta mucho….¿por qué no miras en…?», o «Uy!, es que ese día me viene fatal…» Sin olvidarnos de las bajas de última hora que tienes que pagar sí o sí!!!

Y mientras tanto, los pobres novios, de la Zeca a la Meca intentando contentar a todo el mundo…

En fín, que al final, si los contrayentes sobreviven a los preparativos y no terminan tirándose los trastos a la cabeza, seguro que estarán guapísimos; los familiares y amigos, encantados…y desde luego, los que se encargan de organizar este tipo de eventos (fincas, catering, música, flores, fotos…) estarán más que satisfechos con los pingües beneficios que les proporcionan las benditas bodas.

Pero, a pesar de los daños colaterales, este acontecimiento sigue siendo una fiesta… aunque  dure muy poco para el trabajo que lleva!

Y una vez hecha esta reflexión… casi mejor ser invitado.


   Mika Mellark


 

 

Mar Barbero

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Titulada Superior en Danza Clásica y Danza Española por el Real Conservatorio, lleva más de 30 años en el mundo de la Comunicación.

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