OPERACIÓN BIKINI, MENTAL

Las claves (mentales) para afrontarla con éxito

La preparación psicológica es fundamental a la hora de comenzar -y terminar con éxito- cualquier plan de adelgazamiento.

El psicólogo Carlos Antonio Rodríguez Méndez, responsable del área de Psicología y Mindfulness de Slow Life House, nos da las claves para lograr los objetivos.

El cuerpo y la mente han sido y son disciplinas de estudio muy a menudo relacionadas. Las ciencias que estudian ambas, la psicología y la nutrición, se han ido acostumbrando a cogerse de la mano para poder conformar estrategias que nos prepararen de forma adecuada en una lucha que cada vez nos preocupa más: la batalla por perder peso. El impacto de los pensamientos originados en nuestra mente influyen directamente no sólo en cómo nos vemos, sino también en cómo queremos definir nuestra figura. La fuerza de voluntad es fundamental, pero hay otros aspecto mentales que se deben trabajar antes, durante y después de haber logrado nuestros objetivos.

Antes de comenzar. Prepárate, porque todo va a cambiar.

Sí, es un sacrificio. Comenzar un programa nutricional con el objetivo de acercarnos a nuestro peso ideal supone un sacrificio ante el que debemos de estar preparados. Una dieta estricta de adelgazamiento supone una exigencia que viaja mucho más allá del propio estómago y que afectará desde a los ingredientes de nuestro recetario, hasta nuestros horarios y rutinas, el seguimiento del programa y las cantidades que sirvamos en la mesa.

Mucha paciencia. Todo esto, además, exige una paciencia infinita para con los tiempos que nuestro cuerpo nos marca. Nada puede modificarse de la noche a la mañana y, mucho menos, desacostumbrarse a unos hábitos para acostumbrarse a otros de forma inminente. El éxito o fracaso depende de la urgencia o reflexión sobre lo que realmente necesitamos.

Objetivos realistas.  Establecer un objetivo realista e ir a por él, con datos y cifras claras que nos muestren la curva de nuestra evolución y la competencia de nuestra voluntad.

Actitud positiva. Conseguir el aspecto deseado supone, por tanto, poner sobre la mesa nuestra fuerza de voluntad para evaluarla y aceptar hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Siempre y cuando no pongas en peligro tu salud, tu esfuerzo definirá los kilos que más adelante nos dirán adiós. Ejercitar la mente en este aspecto será el primer paso que nos dirija a una mayor resistencia al sufrimiento, una actitud más positiva y, en definitiva, el alcance de nuestra recompensa final.

Durante la dieta. Equilibrio emocional.

Cuidado con las restricciones absolutas. Ya hemos dado el paso, por tanto, no miremos atrás. Por lo general, los programas rápidos y “milagrosos” de bajada de peso suponen cambios muy estrictos de nuestros hábitos alimentarios, sin tener en cuenta las consecuencias para la salud. Estas dietas pueden provocarnos alteraciones físicas y psíquicas tales como irritabilidad, cansancio, tristeza, apatía, dolores de cabeza y dificultades en el sueño. Evitemos este tipo de restricciones pues, a la larga, pueden ser el primer motivo para el abandono.

Sí, tu mente va a cambiar. Muchos estudios se contradicen sobre las consecuencias psicosociales de estas dietas exprés, asegurando que en algunos caso se obtienen beneficios instantáneos derivados de la mejora de la imagen, mientras otros critican la ansiedad y depresión que se provoca. En cualquiera de los casos podemos estar acertados, pues todo depende de la persona y caso concreto. En conclusión, es necesario advertir de que los cambios físicos que esperamos con la dieta pueden ir acompañados también de cambios psicológicos que no esperábamos al inicio. Ser conscientes de ello y encontrar el punto medio de equilibrio, manteniendo el foco en el objetivo final, nos acercará a él.

Una vez logrado el objetivo. Practica el slow eating.

Este es quizá el momento de mayor importancia de nuestro programa nutricional y mental. Alcanzar nuestro peso ideal y la figura que deseábamos no es el final, ni mucho menos, del camino. Es ahora cuando mayor conciencia debes tomar para evitar retroceder sobre tus pasos, relajándote tras alcanzar la cima de la montaña. Hasta ahora teníamos que subir una larga cuesta, desde la que ahora podemos observar las vistas con optimismo, pero no nos felicitemos en exceso, podemos caer ladera abajo.

Slow eating es el término que hace referencia a un movimiento internacional denominado slow life, que propone aprovechar cada momento del día siendo plenamente conscientes de cada acción que realizamos. De forma aproximada a las meditaciones de conciencia plena o mindfulness, quienes disfrutan de una slow life también se regocijan en pequeños placeres del día como darse una ducha, cocinar o comer… Promover esta filosofía por el gusto por la gastronomía y el cuidado de los alimentos nos ayudará a fijar unos hábitos que ya hemos experimentado durante nuestra dieta.

CONSEJOS

  1. Infórmate de lo que comes: Conoce a fondo los diferentes tipos de grasas, los alimentos o bebidas con azúcar, el aporte nutricional de cada ingrediente y programa tus menús en función de lo que tu cuerpo te pide.
  2. Disfruta de la cocina: Convertir los precocinados en un suculento plato es más fácil de lo que creemos. Pero cocinar desde cero y a fuego lento como lo hacían antaño es tu gran aliado para una vida saludable
  3. Espera 30 segundos entre bocado y bocado: Masticar bien los alimentos da tiempo al organismo a experimentar la sensación de saciedad, para evitar así seguir comiendo y ganar peso de más
  4. Come sin prisas: Llegado el momento, disfruta del tiempo que destinas a comer. La señal que envía el estómago al cerebro para indicarle que ya se siente saciado tarda 20 minutos en llegar. Ten paciencia y escucha a tu cuerpo.

MBZ Comunicación


 

Mar Barbero

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Titulada Superior en Danza Clásica y Danza Española por el Real Conservatorio, lleva más de 30 años en el mundo de la Comunicación.

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